Hola, mi nombre es Ana y tengo... poquitos años, como los dedos de una mano y media jiji.
El otro día me encontré este diario hermoso y viejito. He preguntado a mis papás, maestros y amigos, pero nadie sabe a quién pertenece. ¿Cómo es el diario?
Pues... No sabría por dónde empezar. ¿Y si mejor te lo imaginas? Te doy unas líneas para que lo intentes; puedes usar los adjetivos calificativos que quieras:
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¿Pudiste imaginártelo? Eres muy valiente. La verdad, a mí me aterran las hojas en blanco. Siempre que me encuentro una, dibujo lo primero que me viene a las manos, ni las ideas alcanzan a pasar por mi cabeza. Imagínate; una página vacía, mirándonos fijamente, sin decir nada; me dan ganas de gritar y salir corriendo despavorida antes que pensar en cualquier otra palabreja que no sea MONSTRUO. Que seguramente está escondido entre las sombras de las letras. No, ni loca me pondría a escribir yo solita.
La cosa es que me he propuesto llenar de historias este diario y no sé cómo empezar. Mi papá está muy ocupado y mamá dice que yo sola prometí hacerlo y que yo sola tengo que resolver mis problemas.
Qué tal si lo hacemos juntas, dos personas son mejor que una, y más cuando somos niños. Así nos acompañamos, por si una se queda muda la otra puede combatir al monstruo con palabras horribles e hirientes. ¿Conoces alguna palabra horrible e hiriente?
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(Recuerda escribir siempre con buena ortografía; de nada nos serviría un acha, un cuchiyo o una pistolá contra el monstruo, más que para hacerlo reír.)
¡Lo has hecho genial! Demasiado, diría yo. Creo que ahora te tengo miedo a ti. Jiji ¡Es una broma! Me caíste súper bien. Hay que recordar que ese tipo de palabras solo se utilizan en ocasiones especiales. Siempre que nos equivoquemos al decirlas es importante volver a una de las más bonitas de todas las palabras: Perdón.
¿Qué dices? ¿Me ayudas a llenar el diario de cuentos altos, con sombrero y de bigote? Qué tal otros más bajos y de lentes. O también algunas señoras historias que se arreglen las uñas y sus peinados en el salón de belleza. Incluso algunas pequeñas anécdotas trepadoras de árboles y expertas caza bichos.
¡Genial! Empecemos...
Lo primero es crear un personaje principal. ¿Qué tal el monstruo de la página en blanco? Hay que ponerle un nombre, tal vez así ya no nos asuste tanto; porque cuando era más pequeña me regalaron un perro San Bernardo y me daba mucho miedo ese animal enorme y peludo que babeaba enfrente de mí, pero cuando lo llamamos Benito cambió todo y se volvió el perrito más lindo y tierno del universo.
¿Entonces? ¿Ya sabes cómo se va a llamar el monstruo de nuestra historia?
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Muy bien pensado, me encantó su nombre.
Ahora podemos empezar a imaginarlo, es decir, a darle una imagen, a describirlo. ¿Tú como piensas que sería? A mí tampoco se me ocurre nada.
¡Ya sé! Qué tal si le ponemos un adjetivo calificativo a partir de cada letra en “monstruo”. Como: Marrón, orejón, necio, sordo, tierno, rápido, único, obediente. Ahora inténtalo tú:
M_______________ o________________ n________________ s________________ t________________ r________________ u________________ o________________
Me encantó lo que pusiste, quedémonos con esos adjetivos. Al parecer nuestro monstruo cada vez parece menos aterrador. Que te parece si lo vestimos con los adjetivos que le inventaste. Así es, intenta dibujarlo en el siguiente espacio, con todos los detalles que pueda tener tu monstruo:
Increíble, yo no hubiera hecho algo tan... ¡Loquísimo!
Nos falta algo muy importante. ¿Dónde va a ocurrir nuestra historia? Aquí deben surtir efecto las clases de geografía, ¿Cuántos países conoces tú? O también estados de la República mexicana, ciudades, pueblos... Sí, yo tampoco me sé muchos. Y si mejor nos inventamos un bosque oscuro lleno de... ¿Qué se te ocurre que podríamos encontrar en un bosque mágico y tenebroso donde vivirá nuestro personaje principal? Escribe todo lo que se te ocurra en las líneas siguientes:
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Guau, de verdad que este bosque no se parece a ningún otro que conozca.
Por último, pues ya tenemos nuestra historia. ¿Cómo que no tenemos nada? Es sólo cosa de ordenar nuestras ideas, y dejar que la fantasía fluya a partir de las palabras. Podemos tomar la letra “M” de monstruo y comenzar a decir todas las palabras con m que nos sabemos:
“Mi monstruo marrón me mira muy mal mientras masca mucha mantequilla”
¿Qué palabras te sabes tú? Puedes elegir la letra que tú quieras. Incluso puedes tomar una palabra de las que ya dijimos y dejar que una te lleve a la otra: Mantequilla: palomitas: cine: películas: caricaturas: diversión: amigos: juegos: peleas: regaños. Y después tratar de usarlas todas:
“Mi monstruo Martín, me mira muy mal mientras masca mucha mantequilla. Él extraña las palomitas del cine, por eso siempre se roba la mantequilla del refrigerador. Yo no sé de dónde saca tantas ideas, yo creo de las películas o las caricaturas; a lo mejor nada más lo hace por diversión...”
Es de lo más sencillo hacer cuantos cuando estamos entre amigos. Bueno yo te considero mi amigo o amiga. Te agradezco que me ayudes a llenar este diario de historias locas e historias bien portadas, de toda clase de aventuras con las que siempre podemos soñar.
Por último, me encantaría que me escribas la historia que has creado: Cómo se llama tu monstruo, cómo es él, qué le gusta y qué le disgusta, qué edad tiene, dónde vive, quienes son sus amigos y sus enemigos, cuáles son sus problemas en la vida; porque todos tenemos problemas en la vida, como yo que no sabía cómo empezar a escribir. Recuerda que el monstruo de la escritura siempre estará escondido entre las sombras de las letras, esperando a jugar con nosotros. Solamente hace falta un chispazo de creatividad, algunos trucos y por supuesto los amigos, para escribir un millón de aventuras junto a él.
Aquí dejo el archivo en pdf para que puedas descargar e imprimir nuestra plantilla para hacer una maravillosa historia del miedo. Sigue disfrutando el día de la niñez.
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