´Emili de la Zelva
Comentario sobre El extranjero (1942)
El extranjero es el extraño; el que juzga desde afuera de su entorno. Al entrar en el pueblo, en el funeral de su madre, el extranjero observa minuciosamente, pero no integra lo que ve, no escucha. Con forme avanza la novela, él se adentra en el calor de la selva de lo desconocido, y cegado ante el sol de las emociones dispara una acción involuntaria, violenta a dos hombres que, ante la incapacidad del protagonista de acercarse a lo desconocido, termina por acabar con su propia libertad. El conocimiento y el interés por Lo otro, es la libertad del hombre para decidir su destino.
Comentario sobre La peste (1947)
La peste es una serie de eventos desafortunados que nos llevan hacia la comprensión del milagro de la vida. Rodeado de millones de posibilidades de infección y de muerte, el vivir se hace espacio con el cuerpo de lo inaudito. Solo ante la desgracia somos conscientes de la fragilidad que nos sostiene, nos permite apreciar el misterio de lo vivido y volver a casa como un otro, escrito versus nuestros ojos, capaces de leernos al interior de nuestras emociones.
Comentario sobre La caída (1956)
La caída, escrita en primera persona del singular y con un peso importante en la segunda, traza la imagen de un bar, de la guerra, de un puente (también con su lector) donde perdura el misterio ahogado en un grito sordo. Hay un juego del narrador que me habla a mí. Es carismático, tiene un lenguaje culto, me dice que es juez (título que da imagen du persona amable). Lo que me asombra es la forma de hablarle a un alguien ausente al escribir, y que aparecía al instante de nombrar, yo, las palabras. No soy un hombre de negocios, ni frecuento bares en Holanda; pero sospechaba se dirigían a una parte inconsciente de mí, al ideal del hombre moderno. Hoy la economía mueve al mundo y las leyes se amoldan al interés de unos pocos. La imagen amable del narrador se fue permeando de juicios morales sobre la guerra, países enteros, teoría de lo ajeno y esencia del nazismo latente en los 50s. Parece desembocar en un recuerdo del mismo que cuenta la historia, como un fantasma de la culpa, detrás de una careta de juez del mundo, arrepentido hasta los huesos.
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