Pareciera haber un abismo entre poesía y filosofía, de un arte que ha nacido mediante la oralidad y la musicalidad de la palabra, a la madre de las ciencias que se ha dado a través de la escritura y la argumentación lógica. Mas, es innegable que ambas nacen de la subjetividad de su época y espacio en que fueron posibles cada una; imagen y pensamiento conforman el retrato completo del hombre a lo largo de los años. Como es el caso del poema Canto a la independencia de México (1955) de Salomón de la Selva, que nace de un amor sincero por nuestro país mexicano y sus necesidades políticas y sociales.
En mi ínfimo paso por la filosofía latinoamericana me he dado cuenta de los estigmas que ponen en duda la existencia de la misma. En clase de la maestra María del Rayo Ramírez reflexionamos, incluso, a partir de la manera en que la nombramos. Han sido los conquistadores quienes han intentado llamar a nuestro continente: Iberoamérica, Hispanoamérica, Latinoamérica; y al final podríamos tratar de nombrarnos nosotros mismos como “Nuestra América”. Pero para ser sinceros, seguimos arraigados al idioma español, a la concepción del extranjero que nombra sus conquistas para apropiárselas desde la palabra misma. ¿Será que en los conceptos siempre cabe la reflexión subjetiva y no llegaremos a recuperar lo que un día nos quitaron?
La historia que se enseña en nuestras aulas se compone de héroes patrios, de personajes de telenovela donde se radicaliza al bueno y al villano. No es una novedad que los gobiernos de Latinoamérica ponen a personas de carne y hueso en pedestales que los elevan a la figura de caudillos, a los que adoramos y nos arrimamos para conseguir las sobras del progreso.
“Pesa sobre nosotros todavía el caudillaje, militar o cívico lo mismo da; porque es la barragana del caudillo arbitrario la Justicia, y, para haberla, o para que no se encone y tuerza en contra nuestra, creamos al caudillo y a su favor nos arrimamos.
¡Guay de quien no tiene influencias! (¡Contra esto clamo!)”
(De la Selva, S. (1989). Antología: El soldado desconocido y otros poemas. Fondo de Cultura Económica. p. 235)
Al final he entendido que la filosofía latinoamericana o nuestramericana, no solo busca teorizar a partir de razones lógicas y libros autorizados por la academia (autorizada por los gobiernos). Sino que permite abrir un espacio en los libros, ensayos y universidades para el silencio en que han metido a un continente entero, que yacía sumergido en la oscuridad de la corrupción política y cultural. Como diría Paulo Freire en su epígrafe de la pedagogía del oprimido: “a los desharrapados del mundo y a quienes, descubriéndose en ellos, con ellos sufren y con ellos luchan” (Freire, 1968) es que abre espacio la reflexión del pensamiento filosófico nuestro americano.
Por estas razones, que iré desarrollando a lo largo del ensayo, he elegido a Salomón de la Selva y su poema Canto a la independencia de México. Poeta nicaragüense que jamás quiso renunciar a su nacionalidad, peleó para el ejercito inglés y guardaba un amplio cariño por México y su cultura; un hombre que se introdujo en la verdadera pelea por los marginados, víctimas del robo de su voz social. Según Miguel Ángel Flores en su introducción al libro de El soldado desconocido y otros poemas, tanto Salomón de la Selva como Salvador Novo han sido piedras angulares para la formación de nuestra vanguardia literaria (Flores, 1989; p #7).
Aun hoy en día se piensa que la poesía significa usar términos rebuscados y encriptar el fondo del poema. Es contra esta solemnidad en la palabra, la centralización del conocimiento en las altas esferas políticas y la barrera intelectual que ponía de por medio la poesía clásica, que las vanguardias literarias lucharon para acercar el conocimiento a la persona común, a campesinos, obreros, mujeres, niños, etc. Pienso que Salomón de la Selva recupera, mediante la imagen poética, el lugar que le han robado a quienes Horacio Cerutti llama subjetividades emergentes en su libro 200 años de pensamiento filosófico Nuestroamericano: , feminismos y movimientos indígenas americanos y afroamericanos.
“Hay cosas en la vida tan sencillas y dulces que por ellas amamos la existencia: [...] como desde mil cumbres rumbo a Guadalajara, o rumbo a Veracruz por ferrovía desde la cima de Maltrata, o en el valle de Etla”
(De la Selva, S. (1989). 228)
Salomón de la Selva hace un lugar dentro de sus poemas, para nombrar los paisajes que conforman nuestra identidad como mexicanos. A pesar de que éste se construye desde una forma de la épica griega, sus contenidos son ajenos a la visión occidental. El poeta nicaragüense fusiona la riqueza que en nuestro continente se dio gracias al choque de culturas, por un lado conquistador y por el otro conquistado, heredan una narrativa moderna que encuentra su desenlace en las siguientes generaciones.
“¡Nada es más bello –gota de miel, flor, pájaro– que el niño sano y limpio cuando se pega al pezón de la madre y palapa y acaricia la ancha teta redonda y de deleite mueve las piernitas todavía encogidas, y hace un ruido de ternura animal, traga que traga hasta quedar dormido! Mi primer canto, Patria, para ti es arrullo:
¡Duerme, mi niño!”
(De la Selva, S. (1989). 222)
Lo primero que deja en claro De la selva en este poema es su postura ante la Patria; priorizada por el niño y los cuidados de la madre. A menudo decimos que los niños son el futuro, pero pocas veces les damos su lugar en la sociedad. Queremos educarlos desde nuestras carencias, y formarlos con los prejuicios del pasado para las incertidumbres del futuro. Es, más noble, una madre que de manera incondicional ama a su hijo y lo nutre con su cuerpo mismo (símbolo de la madre tierra). Es el niño quien necesita un espacio adecuado para crecer y reflexionar desde sus propias necesidades como ser humano en el mundo.
El poema por la independencia de México no trata de enaltecer a héroes patrios o a nombrar los caudillos de nuestra liberación. La reflexión patriótica se da al interior de escenarios cotidianos y pertenecientes al estereotipo de la mujer de aquella época (década de los años cincuenta del siglo veinte). A Salomón de la Selva se le otorga una beca desde los doce años para ir a estudiar a los Estados Unidos, desde temprana edad se separa de su madre, lo que seguramente desemboca en su carácter melancólico y hogareño:
“Tortilla y chile, oh México, y frijoles Son pobre cosa y estrechez de gusto; ¡y qué decir si aun eso falta! Tu despensa es más amplia; puede serlo. Tu cocina es tan rica que se me hace agua la boca con sólo recordarla: mole rojo de Puebla, mole verde o negro en el estilo peculiar de Oaxaca, pipián, salsas de molcajete, quesadillas de huitlacoche, quesadillas de flor de calabaza, estofados, asados, almendrados, pollo manchamanteles, pulpos en tlilpachole cecina de venado de Guerrero, tortas de huazontle, sopa de chilaquiles, chiles rellenos, chiles en nogada, mondongo de Veracruz, ¡el rey de los mondongos!, tamales de infinitas maneras, el cabrito norteño, el cochinito yucateco, agujas de Chihuahua, Pozole de Sonora, iguana chiapaneca en salsa de pinole, pavos, patos, gallinas, pichoncitos, el pescado de Pátzcuaro y Chapala, las truchas de los ríos, el huachinango rosa, la mojarra, el pámpano, el atún, el cazón, la merluza, el percebe, el abulón, las jaibas, los ostiones, las conchas pie-de-mula, los huevos de tortuga, los camarones, las langostas: ¡No podría acabar de contar!...”
(De la Selva, S. (1989). 225)
No solamente se nos hace agua la boca, sino que en el nombrar cada platillo recordamos un paisaje, un mercado, los colores de una tradición, la riqueza en la floritura del lenguaje nos trae de vuelta a la música tradicional mexicana, a las risas y al estruendo de las sobremesas que hay en cada una de nuestras familias en México. Todo eso debería alimentar a cualquiera de nuestros niños, pero no es así. Nos enorgullecemos de la triada de Maíz, chile y frijol que exportamos al mercado global, pero y ¿Qué tienen los niños a la mesa para comer? Cuando más de la mitad del país está en pobreza extrema.
El poeta nicaragüense nos lleva del goce a le responsabilidad social. De nombrar la belleza de nuestra cultura, a la obligación que tenemos para con las nuevas generaciones y el mundo que les heredamos. El poema Canto a la independencia de México fue escrito por De la Selva para entrar a un concurso gubernamental (el cual no ganó), pues él creía que los concursos elevaban la poesía a otro nivel. Desde mi perspectiva pienso que en ese espacio roza lo artístico con la preocupación política, la cuál es intrínseca del pensamiento literario y filosófico; la memoria sensible, del cuerpo de los oprimidos, permea en el ámbito racional para defender sus necesidades particulares.
A lo largo del curso de Filosofía latinoamericana, hicimos un recorrido de la mano de Cerutti por los doscientos años de pensamiento filosófico Nuestroamericano, que recupera en su libro con ese mismo nombre. Desde sus Indispensables puntos de partida como ya vimos que es necesario reflexionar desde la manera en que nombramos nuestro continente, la emancipación de la cultura occidental eurocentrista, la pedagogía para llevar este conocimiento a los no especializados, la recuperación de los valores morales del mito frente a la frialdad de la razón lógica-matemática, la importancia de la libertad, las filosofías para la liberación, las subjetividades emergentes, etcétera. (Cerutti, 2011)
Durante mi lectura de Horacio Cerutti buscaba un espacio para mi reflexión, para poder proponer algo desde mi tiempo, espacio, desde mis palabras y este ensayo. Sin embargo, no lo logré, pues desde mi manera de abordarlo estuve en un error. Cerutti recorría un pasado escrito, inmutable, una historia que dio lugar a mi reflexión actual y por tanto no iba a poder encontrar cabida en fenómenos consolidados en otro tiempo, debía disfrutar el camino hasta lo que me permite el pensamiento filosófico nuestroamericano hoy. Lo entendí hasta su último capítulo en el que después de mantener un diálogo cerrado y educativo, Cerutti, en filosofar para contrapoder, deja la responsabilidad abierta en nuestras manos como lectores. Nos invita a seguir haciendo historia, a seguir abriendo camino entre los que dudan de la existencia de un pensar filosófico nuestroamericano, a buscar nuevas líneas de investigación como mi maestra María del Rayo Ramírez; entre quienes aún nos miran como salvajes tratamos de demostrar que el espacio que ocupan nuestros cuerpos, culturas y reflexiones, da un lugar para la filosofía y la política de nuestras sociedades.
Me gustaría dejar una última cita del poema de Salomón de la Selva para cerrar la reflexión sobre un estado gubernamental que responda a las características de la madre con la imagen poética que él nos deja en su Canto a la independencia de México; un sistema de acción política que dé prioridad al cuidado de sus hijos desde la concepción de una Matria como país:
“La independencia fue para que hubiese pueblo y no mugrosa plebe; hombres, no borregos de desfile; para que hubiese ciudadanos; para que júbilo goce la infancia en decencia de hogares sin miseria; para que abunden los jardines de recreo infantil; y los juguetes; y mejores que las flores, y más bulliciosos que los pájaros, más dulces que las frutas, crezcan los niños y maduren en salud y alegría que el Estado ampare y el buen gobierno garantice, porque la Patria, antes que todo, es madre."
(De la Selva, S. (1989). p. 236)
Bibliografía:
Cerutti, Horacio. (2011). 200 años de pensamiento filosófico nuestroamericano. Bogotá; Ediciones Desde abajo.
Flores M. Á. (1989) Introducción a la Antología: El soldado desconocido y otros poemas. México: Fondo de cultura Económica.
Freire, Paulo. (1968). Pedagogía del oprimido. Montevideo: Tierra nueva.
De la Selva, S. (1989). Antología: El soldado desconocido y otros poemas. ¿México?: Fondo de Cultura Económica.
Comments