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Foto del escritorEmiliano Zavala Arias

Reflexión a partir de Sangre por Sangre


Émili de la Zelva


En el programa Escupir en el tiempo, programa del Tío Rober en el que analizan películas con más de 8 años de su estreno, con la discusión a partir de la película Sangre por sangre me llamaron la atención varias opiniones con las que había estado debatiendo conmigo mismo desde antes de ver el capítulo. El realismo del arte, las posturas políticas e ideológicas, y la creencia de que en México aún estamos separados, más allá del clasismo, entre el güero de dinero y el moreno de barrio.

En un principio como escritor quise atrapar la realidad por medio del arte. Pequeñas enseñanzas que me daba la vida, quería correr a escribirlas para compartirlas y causar el mismo impacto en el otro. Mas, no pasó así; creo saber que fue a causa de que lo que a mí me causaba una sensación de inefabilidad, tenía más que ver con las causas que me habían llevado a ser esa persona que apreciaba cierto fenómeno de la existencia. A los demás les parecía un tanto soso, o nada asombroso el hecho que yo quería mostrarles y esto me frustraba.

Así mismo, incluso en estos ensayos, he dejado ver mi lado político, mi forma de “pensar” y las causas por las que me gustaría luchar o a las que quisiera defender. Sin embargo, a cada paso que doy me arrepiento más de levantar luchas contra el aire y de verme atrapado en una fotografía de mi pasado sin lograr hacer un verdadero cambio para futuro. Lo que en mi adolescencia me parecía correcto ahora me causa cierta vergüenza, incluso comentarios que hice hace poco y que salieron sin consciencia alguna; como el día que encasillé a un amigo en el estereotipo del güero privilegiado. Al ver su rostro, inmediatamente me entró la duda y sin comentario alguno comencé a cuestionarme sobre mis propios privilegios. Ni yo soy un “moreno de barrio”, ni él era un rubio sin problemas; sobre todo en un México donde estos discursos son mucho más complejos.

En nuestro país a menudo el que recibe “carrilla” es el güero ya que representa una minoría. Incluso solemos pensar que las mujeres “bonitas” y los hombres “guapos” gozan de un privilegio sobre de los que nos sentimos inferiores. Mas, la realidad es otra; nadie sabe lo que es sufrir en la piel ajena. ¿Habrá alguien en el mundo que no sufra? ¿Será menor el sufrimiento de aquél puberto al que sus padres no le compran el celular de moda, que el dolor de quien acaba de perder a sus padres? A menudo creemos que sí y por lo mismo damos un apoyo incondicional al segundo caso, mientras al primero lo relegamos al mal del tormento no compartido y encima lo apuntamos con el dedo burlón, encasillándolo en la soledad.

Personalmente encuentro más tristeza en quien padece la perdida de algo material que quien tiene que enfrentar las duras consecuencias de la vida. ¿No te aflige pensar que el mundo se le desmorone por algo tan simple? A quien ha perdido sus padres tal vez le duele igual, mientras que puede agradecer el sentimiento que lo lleva a extrañar a sus seres queridos. Mas ¿Cómo sabes lo que siente alguien a quien le han enseñado que la vida gira en torno al dinero y a las cosas materiales? Es un estómago vacío, y a la vez repleto de indiferencia, lejos de un afecto sincero y humano.

Volviendo al tema del debate en torno a Sangre por Sangre. Uno de los más fuertes argumentos fue el de la falta de representación latina que denota la película. Actualmente creo que el arte no está para representar ni para dignificar a nadie... Si quieren representación hagan movimientos políticos, salgan a ayudar de su propia mano a quienes lo necesitan, resuelvan las problemáticas de sus calles y colonias. A mí me gusta disfrutar de libros, películas; me encanta ver el programa Escupir en el tiempo sobre todo por los debates que se arman, (en especial éste estuvo muy divertido) y yo estoy con el único que defendió la película desde el barrio, el standupero, Aníbal.

¿Por qué tendrían que hablar como perfectos chicanos en la película? En Pedro Páramo nadie habla como en Comala y aun así nadie se lo replica a Juan Rulfo. A menudo se centran en ser "realistas" cuando el arte es ficción; es imposible capturar la realidad mediante una película o cualquier forma artística. Para mí la película utiliza un lenguaje de telenovela y de exageración (que roza en la comedia y la vuelve tan sencilla de digerir y recordar) justo para hablar de temas que sí existen en el barrio. Para mí son tres arquetipos fabulosos de las posibilidades que tiene alguien que nació entre pandillas; el vato que decide "superarse" y que en realidad se vuelve un ojete contra su propia familia, ya que bien pudo no matar a su compa y dispararle en la pierna, podría haber disparado al aire y no haberle hecho daño, pero había un cierto rencor apropiado; el vato que es artista y que aunque decide no emitir algún tipo de violencia, que termina por (inconscientemente) desarrollarla mediante la droga (la cuál en casos realistas siempre termina por afectar a la familia) y dar las pautas para la muerte de su carnalito; y por último lo mismo de lo que acusan El tío Rober y Fran Hevia al director "blanco" de esta película, un güero que toda su vida se la ha pasado de la chingada porque su mamá no lo quiere, su papá gringo lo trata de manera abusiva, y sus "amigos" que lo único que hacen es decirle que tiene un privilegio por ser rubio, cuando todos vimos desde el principio que no goza de ningún privilegio, porque como ya dije, la vida lo trata de la chingada.

¿Por qué un director blanco no podría hablar de temas que "no conoce" cuando a mí me parece que entiende muy bien de qué va el dolor que está inmiscuido en una sociedad chicana (no mexicana, ni gringa)? Es justo la falta de identidad que sufren los tres protagonistas lo que los lleva a una vida de violencia y perdición. Hablan de la película Coco por su gran investigación, representación y dignificación de la cultura prehispánica, mientras comunidades en México están en las sombras de un gobierno malinchista, corrupto y gentrificador.

Yo no quiero sentirme representado en una película de mafia, tal vez en ninguna. Quiero pasármela chingón, repitiendo frases telenovelescas con mis compas; a la vez que el subtexto de la película recorre problemas humanos universales. Me tenía que desahogar y tratar de "tirar esquina" al Muerto, Aníbal (jaja), ya que me parece que, por un lado, dejó callados en varios momentos a los demás debatidores, además de un buen análisis de una gran película. Que, si bien podemos tachar de "deficiencias" muchas de las decisiones que se tomaron en el filme, también son partes de un estilo propio del guionista, director, camarógrafo, los actores y equipo de trabajo que hicieron una obra que trasciende las fronteras políticas para acercarnos al arte y al inconsciente colectivo.




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