Mi voz no es mía,
la he robado.
La recogí del suelo
donde nadie la quería.
Mas no es mía,
proviene de rincones
húmedos,
sucios y escondidos.
Cuando empecé a escribir
no había leído nunca
un libro, una revista,
ni artículos de sni
sobre valorados.
Mas me sumergí en el fondo
de mi autoestima y,
dejé de existir
para acercar
mi oído
fantasmal entre labios
distraídos.
Leí de rostros ajenos
a mi presencia,
los ensayos
de sus gestos;
encontré sonrisas
con la plenitud de un
punto final
para mi ansiedad,
y en el danzar de
las personas descubrí
el secreto de la poesía,
la musicalidad aterrizada
por el ritmo de los cuerpos.
Mi voz no es mía,
del miedo a morir solo,
cadáver en sí mismo enterrado,
me acompaño de secretos
que otros me han confiado.
¿Será que está bien robar
lo que no puede ser robado?
Había ganado algo al interior,
mas había conservado el otro
su identidad.
Soy yo quien cada vez más
me desvanezco en lo que escribo
y doy voz a lo
escondido en mi alrededor.
Mi voz no es mía,
la he robado.
Pues cuando me escucho
en otra parte y
no me reconozco,
no reconozco ni el tono
ni su significado;
me entra una angustia
de saberme cada vez más perdido.
Robé en mi propia casa
ideas mis hermanos, a mis padres,
las historias locas de mis tías,
los chistes malos de mis tíos,
las groserías en los patios
de la escuela,
los regaños de maestros autoritarios,
policías, el estado y su gobierno,
los albures del juego y,
las caricias escritas
entre nuestras manos.
Mi voz no es mía.
Es el jadear del panadero cuando amasa,
el esfuerzo por la madrugada
de las juguerías que
despiertan de sus sueños mis palabras.
.
Mi voz no es mía,
la he robado.
Del tianguis tengo pacas de
frases apiladas por
talla y por temporada.
La bondad del carnicero
que perdió una mano
al filo de su oficio y,
permite que escriba
lo que no puede ser escrito.
Mi voz no es mía,
la he robado
al zapatero que orna
mi inconsciente.
Mi voz no es mía,
le ha robado
el volumen a una
verdulera del mercado,
en quien se concentra
la plática de una sociedad
que desahoga su ser humano
en los lugares menos solemnes.
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