“Irradiación inaugural”
Emiliano Zavala Arias
Entre todos sabemos todo y, todos cabemos en el arte, hoy me hago un espacio entre tu arte y mi arte para inaugurarme a mi mismo.
A menudo me defino como incapaz de expresar mis sentimientos ¿Para qué iba a querer hacerlo? Si artista es quién da voz al pueblo y, como el pueblo mexicano lleva siglos de no alzar la voz, me congratulo en dar vida a una palabra muda.
Caería en mi propia trampa al citar las amplísimas peroratas de presidentes, diputados, senadores y civiles en las redes sociales, sin poder terminar de teorizar los medios de implementación necesarios para limpiar las tuberías llenas de mierda del sistema que escondemos bajo el suelo que pisamos a diario. Y pensar que con bajarle cada seis años al baño, nos basta.
Podría aludir a robos, feminicidios, represión, genocidios, ecocidios, abusos de autoridad narcotráfico, acoso de menores y demás; pero es mejor callármelo pues lo repiten los periódicos del país en sus crudas fotografías.
Mejor no ser testigo y cobijarnos en la sombra de la cobardía. Podría ser muy arriesgado señalar a las grandes empresas y sus tratados de libre comercio (TLC) encargados de resumir a una nación entera a números y ganancias; es mejor no saber lo que ha pasado con cada producto que uno compra. Y qué si llevo en la ropa el cáncer de los pueblos que la entintaron.
¿Para qué decir lo que el mismo pueblo no dice? ¿Para qué darle una voz a lo que no lo tiene?
Por eso desde el yo, me propongo erigir un templo a ser pendejo. Alzar la voz sería atreverme a ser encontrado en la equivocación. Y qué somos, sino fisura, líneas que dividen fluidos, mucosas, sentimientos e ideas del paisaje eterno.
De entre las veces en que la voz de un hombre ensimismado que, como la palabra le es frágil, bien pueda demoler mañana lo que hoy ya ha inaugurado y se proclame algo más que un pueril idiota que sigue queriéndolo intentar; les doy la bienvenida a la irradiación inaugural de estos ensa-yo´s sobre mi mismo, donde a través de la voz de lo otro, pueda ensayar al Emiliano que aun no hemos conocido, alguien cada vez más humano.
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